Tuesday, February 26, 2008

Creonte K.


La obra de Antígona es un reflejo del machismo que se opone a pensar a la mujer como una herramienta activa de cambio y de pensamiento. En Antígona, es la mujer quien asume el papel del héroe, algo incomprensible en estos tiempos donde el hombre era el dueño y señor del Estado, de la propiedad y sobretodo, de las desiciones. Se exponen entonces dos polos opuestos, por un lado la figura totalitaria, impositiva e intolerante de Creonte; y por el otro la figura de la mujer, no como un ente pasivo y sumiso, sino con una personalidad determinada a generar cambios. Esta es Antígona. Pero no creo que deba interpretarse la actitud del personaje como un acto feminista. Es claro como ella actúa cegada por la furia de ver como su hermano es deshonrado, al final ella misma lo dice, podría dejar pasar este acto si supiera que pudiese reponer a quien esta siendo deshonrado, sin embargo, después de perder a sus padres de una manera trágica, no soporta la idea de ver el patrón repetido con Polinices.

Al ser tomada la decisión de sacrificar a Antígona surgen varios conflictos, este podría ser definido como otro clímax en la historia. Es a partir de la determinación de Creonte que salen a flote varios interrogantes. Pensé en el orden de la democracia, en el manejo de las jerarquías. No se si este algo reciente mi lectura de El Proceso, pero tengo en mi mente la figura que construí de Joseph K. Y constantemente me pasa que al imaginarme a Creonte dictando sus leyes y sus órdenes, es K quien aparece en la escena. No tienen nada que ver, pertenecen a épocas muy distintas, están sumergidos en conflictos diferentes, y sin embargo, los encuentro un poco parecidos al ser tan intolerantes y radicales. Pero todo esto también me hace pensar en la forma como se maneja la justicia en la historia. La democracia no influye en las desiciones del juez, que en este caso es Creonte. Acá no existen las audiencias que permitan que el acusado quede libre de condena, en esta historia ni siquiera vale la suplica de un hijo por salvar la vida de su prometida.
Es tan simple como el que incumple las normas, es sacrificado.
Los castigos son claramente primitivos, y lo que es peor, ofensivos e inhumanos. Para los griegos, tenía más valor el cuerpo después de la muerte que aun en vida. Es por eso que se debía respetar la voluntad de los muertos y dejar que el cuerpo sin vida descansara en paz, cualquiera que fuesen las condiciones que se hubiesen dado antes de su muerte. Para Antígona el castigo es aun peor, se limita a un sufrimiento inconcluso y a la voluntad de los dioses.

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